Me pide
Antonio que escriba en su blog unas palabras para Javi, aprovechando el
reconocimiento que recientemente le hacía su Agrupación y teniendo en cuenta la
relación de amistad que nos une desde hace ya unos cuantos años. Porque a nivel
musical, se podrían decir muchas cosas de lo que significa Javi, de la
trascendencia de su figura en el panorama musical cofrade de su ciudad, de todo
lo que no pocos de nosotros hemos aprendido a su lado. Pero eso debiera quedar
para otro momento, para los eruditos, para quienes habrán de reconocer en el
tiempo todo lo que ha aportado, lo meritorio de una «carrera» gracias a la
cual, en la parte que junto a otros le corresponde, hoy muchos disfrutan de
poder tocar en una agrupación musical.
Pero
no es eso lo que se me demanda…
De
primeras diré que no soy capaz de identificar a partir de qué momento exacto
comenzó mi amistad con Javi. Tengo la sensación de que «siempre» estuvo ahí,
desde el principio, aunque lo más probable es que empezara a adquirir mayor
relevancia en aquel año 2009 en que se hizo cargo de la dirección de La
Cena, asumiendo la responsabilidad de gestionar un momento delicado y
complejo.
Deduzco
que el primer contacto más directo sería una llamada telefónica suya para
confirmar que, después de ocho años, Agrupación y Hermandad seguirían
compartiendo el Viernes Santo pese al cambio en la Dirección; y que de ahí en
adelante, los contactos serían cada vez más frecuentes, sucediéndose con esa
naturalidad con la que se forjan las amistades que permanecen a través de los
años. Sí recuerdo perfectamente, por ejemplo, aquella conversación sobre el
Miércoles Santo en la que por primera vez hablamos de la Hermandad de Los
Gitanos cuando la Agrupación aún viajaba a Elche en esa jornada
(ahora, son ya ocho los años que La Cena lleva tocando tras el
Señor de la Salud); o las sucesivas para intercambiar copias del contrato
firmado con mi Hermandad del Silencio utilizando de intermediarios a Héctor, a
Javi y Marta… O aquella fría mañana de domingo en que llegó a Madrid muy, muy
temprano, después de un viaje nocturno en autobús, y compartimos churros y café
con «el Puli», antes de irnos los tres a un ensayo…
Desde
entonces y hasta ahora, rara ha sido la semana en que no hayamos contactado de
un modo u otro, con mayor o menor frecuencia dependiendo de la época del año,
para compartir proyectos e ideas, preocupaciones y angustias, también alegrías
y gozos, y por supuesto confidencias, anhelos y unas cuantas fatigas, como si
se tratara de una especie de hermano con el que, en la distancia, necesitas
mantener un contacto; saber que está bien, que sigue «peleando»...
Podría
citar innumerables momentos en los que Javi me ha demostrado su calidad humana,
que justifican el porqué le siento mi amigo, como digo, «mi hermano». A
nivel de Hermandad, desde luego, siempre dispuesto a ayudar, a apoyar y tender
la mano, a contribuir con su granito de arena a que todo salga de ensueño,
llevando siempre por bandera esa concepción de que no solo nos ha de amparar la
firma de un contrato, sino que detrás ha de haber algo más, algo que entenderán
quienes más años llevan en esa Agrupación y que, a la postre, logra cosas como
que cuando es tarde-noche de Viernes Santo, baste únicamente una mirada para
entendernos…
Son
muchos los momentos compartidos que podríamos rememorar, él con su trompeta y
yo con costal o traje negro; o disfrutando de un cocido leonés antes de un
ensayo; o de una copita en el Balbi; o de ese puchero preparado en casa con sus
potentes sopas de ajo…
Pero
si he de destacar un momento especial, sin duda es el de aquella tarde del 16
de marzo de 2011, miércoles, en que junto a Eugenio Morchón, entró por la
puerta del tanatorio en el que reposaban los restos de mi padre, fallecido la
noche anterior; recién llegados en coche desde León, simplemente para pasar un
par de horas acompañándonos antes de emprender el viaje de vuelta, para rendir
su particular homenaje a alguien a quien siempre guardaron y guardarán especial
cariño…
Gracias,
Javi, por tu pasión por la música, por enseñárnosla, por compartirla, por
contagiárnosla; gracias por estar siempre dispuesto a «echar ese cabo»;
gracias, Javi, por ser un grande en lo humano…
JOSE MANUEL MORENA MUÑOZ
COSTALERO
DESDE COSTERO DE FRENTE TE QUIERO FELICITAR Y DAR LAS GRACIAS POR DEMOSTRAR TANTA HUMILDAD, TRABAJO Y SABER ESTAR EN TODO MOMENTO AL FRENTE DE LA A.M. LA CENA DE LEON (@amlacena). Y A JOSE MANUEL POR UTILIZAR ESTE MEDIO PARA EXPRESAR SUS SENTIMIENTOS Y HOMENAJEAR A UN GRANDE DE LA MUSICA PROCESIONAL DE ESTE PAIS. GRACIAS JAVI!!!
ANTONIO VASCO VALDEPEÑAS
COSTALERO
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